Hay una tendencia emergente a que las personas opten por deshacerse de su teléfono inteligente
Cada vez vivimos más pegados a nuestros teléfonos inteligentes, sin embargo Dulcie Cowling, una mujer de 36 años decidió a finales del año pasado, deshacerse del suyo con la convicción de que mejoraría su salud mental. Entonces en navidad, les comentó a su familia y amigos que lo iba a cambiar por un viejo Nokia con el que únicamente podría realizar y recibir llamadas y mensajes de texto. Su punto de inflexión, recuerda, fue cuando “estaba en el parque, con los niños, mirando absorta el móvil. Cuando levanté la vista todos los padres- hasta 20-. estaban mirando sus teléfonos, deslizando continuamente el dedo por la pantalla ¿En qué momento no pasó esto?, nos estamos perdiendo la vida real”
La observación de Cowling no es errónea, aproximadamente nueve de cada diez personas en el Reino Unido poseen un smartphone, una cifra ampliamente replicada en todo el mundo desarrollado. A su vez, también estamos pegados a ellos: un estudio reciente encontró que una persona promedio destina 4,8 horas al día a su teléfono.
Sin embargo, tal como decidió Cowling, la decisión de descartar el teléfono inteligente, comienza a ser incorporada por un número cada vez mayor de personas.
Un testimonio todavía más radical es el de Alex Dunedin, quién tiró su dispositivo a la basura hace dos años. Al respecto el investigador educativo y experto en tecnología argumenta, “culturalmente nos hemos vuelto adictos a estas herramientas. Están debilitando la cognición e impidiendo la productividad”. En este sentido afirma que es más feliz y productivo y no ha sustituido su su smartphone por un celular viejo, ni siquiera por un teléfono fijo. Solamente se lo puede contactar mediante correos electrónicos que recibe en la computadora de su hogar. “Mi vida ha mejorado. He liberado mis pensamientos de estar constantemente conectados cognitivamente a una máquina que necesito alimentar con energía y dinero. Creo que el peligro de las tecnologías es que no están vaciando la vida”.
La mirada científica de Hilda Burke, una psicoterapeuta y autora de “El manual de adicción al teléfono”, afirma que la existencia de un fuerte vínculo entre el uso intensivo de los dispositivos y los problemas de relación, de calidad de sueño, de nuestra capacidad para desconectarnos y relajarnos, así como también se ven afectados los niveles de concentración. Al respecto establece que “muchas personas reciben un goteo constante de solicitudes que les llegan a través de su dispositivo, muchas con falsa sensación de urgencia. Se siente incapaces de establecer límites, con el resultado de que se sienten obligados a revisar sus correos electrónicos y mensajes a última hora de la noche y a primera hora de la mañana”. Para reducir esto existen numerosas aplicaciones para disminuir el tiempo de uso destinado a los celulares, por ejemplo Freedom que te permite bloquear temporalmente aplicaciones y sitios web con la finalidad de que uno se pueda concentrar más. O Off The Grid, un aplicación que permite bloquear el teléfono durante un tiempo determinado. Por otro lado, Burke recomienda comenzar a apagar el teléfono o dejarlo en casa por un tiempo corto, y a alargar el lapso gradualmente. Por último, aconseja poner en el fondo de pantalla del celular una imagen o una palabra que represente lo que uno preferiría hacer si tuviera más tiempo, teniendo en cuenta que revisamos de 55 a 100 veces por día el móvil.

